Intro
De mil novecientos ochenta y siete a dos mil cinco.
Entre Madrid (Chamberí, Salamanca, Vistillas, Sol, Tetuán), la Sierra Norte (Garganta, Villavieja, Berzosa), a A Pobra (Gonderande, O Caramiñal, Cabío) y Barcelona (Bou de Sant Pere, Gòtic, Eixample, Gràcia).
De las aceras de Lavapiés y los caminos del Guadarrama a los maizales de Gonderande, donde los días son mariposas de primavera, las noches, hadas volando en risas por las mazorcas y sus penachos y los cañizos que abraza el río.
Del gris sereno del mar de Arousa y las altas olas de Corrubedo a las callejas y los baretos de Ciutat Vella y de Malasaña, tan semejantes sin conocerse.
Del dolmen de Axeitos, geometría arcaica, y el castro mágico de Baroña, viento y espuma, muros en círculo, hombre y naturaleza fundidos por siempre sobre la roca... a Weinberg, Hawking y el leve Hubble, ojo de cíclope en el vacío escrutando el raro y lejano polvo de los comienzos del Universo.
De Santa Rosa, Vila de Gràcia, flotando en hilos de luz y tiempo, a los desiertos del País de Qēz, allá en Ai; aquí en Qēz.
Alegría, humor, miedo.
Angustia, juego, deseo.
Sensaciones primarias que en el fondo del común cerebro básico nos hacen idénticos. Y permiten que nos entendamos…
Y.
Cuando estaba ya casi listo y ordenado, algunos poemas se pusieron a hacer burbujas por su cuenta. No pude evitarlo; duró un mes.
Después comenzaron a surgir tramos entre un poema y otro: medio año más.
Todavía añadí cosillas aquí y allá.
Ordenador, agenda-ordenador de bolsillo, impresoras varias, muchas libretas cuadriculadas y un montón de minas del 0,5.
Y acabé.
Los tramos pretendían, veo que sin lograrlo, crear un hilo a través de la obra. Van en minúsculas y sin puntuación, en cursiva.
Las burbujas remiten a otro poema, unas páginas adelante, a veces atrás, del que en realidad proceden; van siempre seguidos de dos versos /entre barras/ y rematados por puntos suspensivos...
Enlaces al texto
→ Fracción 1
→ Fracción 2
→ Fracción 3
→ Fracción 4
→ Fracción 5
→ Fracción 6
Deuda
Debo a los dioses el haber tenido buenos
abuelos, buenos padres, buena hermana,
buenos maestros, buenos allegados y pa-
rientes, y amigos casi todos buenos.
Marco Aurelio, Meditaciones, I, 17
Debo a mi padre
la pasión por la lectura,
el leer por leer, sin fin ni sentido.
Y las policíacas y la ciencia ficción;
también la poesía castellana.
Sus cenizas aboyan en el mar de Bueu.
A mi madre debo la suerte excepcional
de que me enseñara ella misma a leer.
Y un libro cada día de Reyes y de cumpleaños.
Y la afición a los diccionarios.
Debo a mis hermanas
los libros que quizá no hubiera leído
de no hallarse en un estante de su cuarto:
Kavafis, Carroll, Homero...
Les debo a Homero.
A mis amigos, y a dos o tres mujeres,
lo poco que he acabado entendiendo del mundo,
y el que hayan intentado comprender,
y aun hacerme entender,
la macedonia escarchada que tengo por cerebro.
A quienes algún día me hicieran daño debo
el haber aprendido a extraer de la amargura
la tranquilidad y la alegría.
Y debo al tiempo mi cuerpo
y mi espíritu a la eternidad.
Todo lo demás me pertenece.
~
Entre los cátalos, a orillas del mar Medio,
en el año quinto del tercer milenio de la cruz.
egm. 2005
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